En septiembre de 2019 sucedieron los primeros acercamientos de los sindicatos habituales en las mesas de negociación del convenio para constituir la nueva. La situación entonces era la de un convenio XXV parado en los tribunales por desacuerdos entre los representantes de los trabajadores de oficina de farmacia. Estos trabajadores, año tras año, se ven perjudicados por la falta de acuerdo, no ya entre los dos extremos de la mesa sino entre los componentes de la banca sindical. En esas fechas, nuestra federación FEFANE no existe como tal, pero las distintas asociaciones sindicales de farmacéuticos adjuntos existentes en el país ponen en común una serie de peticiones que, consultando con sus respectivos asociados, consideran vitales para que se negocie en el futuro convenio, ante la imposibilidad de conseguir la representación necesaria para estar presentes. Este documento se hace llegar a los sindicatos presentes y la negociación se alarga hasta este verano, alcanzando un preacuerdo. Desde FEFANE, tras haber hecho lo único que podíamos hacer —comunicarnos con nuestros representantes en esa mesa con la antelación suficiente como para atender a las peticiones de los implicados directos de ese convenio—, los trabajadores de oficina de farmacia desatienden esas peticiones totalmente, dejando firmado un preacuerdo y posteriormente un acuerdo que no se puede definir ni de corto. Un acuerdo que nos parece irrisorio, rozando el insulto:
— El incremento salarial del 4 % en 2022, del 4 % en 2023 y del 3,5 % en 2024, que, teniendo en cuenta la situación económica actual, es una revisión del todo insuficiente que hará que el poder adquisitivo de los trabajadores de farmacia se reduzca. Hay que recordar que en 2016 ya se disfrutó de una subida similar, sin la crisis de precios que tenemos actualmente.
— El aumento de los días de asuntos propios en un día, pasando de uno a dos, es una «mejora» no solicitada por los trabajadores, y que aprovecha un ínfimo porcentaje de trabajadores por miedo a represalias.
— El aumento de la jornada laboral anual incrementando en una hora más cada año va en contra de lo que se ve en otros colectivos, tanto a nivel estatal como europeo, bajando la cantidad de horas para favorecer el rendimiento y la conciliación.
— Se garantiza librar al menos un fin de semana al mes en las farmacias que abren de lunes a domingo. SOLO un fin de semana.
Nuestras peticiones se orientan a la conciliación familiar y a ponernos a la altura económica de otros gremios de semejante importancia, y más tras lo vivido en pandemia y la consideración social que, supuestamente, ha tenido la figura del farmacéutico en la peor época de la pandemia. Actualmente y en el futuro próximo, los domingos y festivos son considerados como cualquier otro día laboral de la semana. Ni se ha tratado que sean jornadas específicas con retribución acorde a las tablas salariales.
— El preaviso de cese de 90 días nos parece una verdadera aberración contra la libertad del trabajador, cuando al revés no ocurre lo mismo, creando una verdadera desigualdad en un colectivo donde se habla de que todos somos iguales, y hasta dentro de la misma farmacia crea la desigualdad entre las diferentes categorías profesionales.
— Tanto la experiencia como la formación del adjunto deben valorarse y estar reguladas de algún modo en el convenio. Iniciativas como la carrera profesional dotarían así al sector de la posibilidad de crecimiento, no solo a nivel del trabajador sino también con un efecto positivo para la empresa.
Por todo ello consideramos que el Convenio XXV de Oficinas de Farmacia vuelve a quedarse corto y no cubre las necesidades de los farmacéuticos adjuntos, y además creemos que no se ajusta a nuestra forma de ver la profesión y su futuro. Muchos se preguntan por qué no encuentran adjuntos para trabajar periodos cortos, sustituciones por vacaciones, o por qué simplemente no quieren la farmacia comunitaria como salida profesional permanente. Reflexionemos un poco.